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29 de diciembre de 2016

Progresismo y Progresexismo

La violencia de género, no entiende de sexos, sino de personas

A la hora de coger la pluma, y abordar el lamentable y triste asunto de la violencia de género, uno no puede evitar, que su letra cambie de forma, se torne redondeada, y se asemeje a la de una mujer. Razón de más, si esta lleva como seña de identidad, un nombre femenino.

Soy hombre y soy mujer, cuando cualquier integrante perteneciente a este sexo, es intimidada o agredida física o verbalmente. Me imagino el tiempo, y el esfuerzo necesario, que una debe invertir, desde que decide ponerse en pie, hasta que vuelve a confiar en otro compañero. Y el rechazo que debe dar, el mero hecho de mirar el estuche de pinturas que un día utilizaste, para seducir a aquel hombre, que meses atrás, parecía amarte.

Entiendo que desde aquel maldito y trágico día, el concepto que entonces tenías de la vida, se vio alterado. Que ahora el hombre (mejor dicho los hombres), son tus más leales enemigos. Y me atrevo a pensar, mi querida amiga, que terminaste de venirte abajo, en el momento en el que escuchaste a tu corazón decirte que nunca más serías capaz de volver a amar a un hombre. Te entiendo yo, y te entiende la mayoría de hombres íntegros y de bien que te animan desde su silencio doloroso, y te animan a seguir adelante, en estos momentos críticos que atraviesas. Porque precisamente ahora te lo mereces más que nadie.

Soy (somos) conscientes de la degradante imagen que los medios y algunas instituciones están creando del sexo masculino, cuando sus políticas, sus spots, y sus medidas van dirigidas de una forma exclusiva al maltrato femenino, excluyendo, y dejando indefensos, a la mayoría de hombres de bien, ante casos flagrantes de violencia de género.
Me alegro (nos alegramos), que haya habido, y aún existan hombres de bien, que justifiquen la repugnancia que el sexo masculino siente en general, ante los casos de violencia de género y que han pagado incluso con su vida, como es el caso del profesor Jesús Neira Rodríguez, las manifestaciones y actuaciones de Alejandro Sanz, y la de otros muchos hombres, que de forma anónima, han denunciado y continúan denunciando por su cuenta, casos de violencia de género.

Soy hombre y siento como hombre, una gran tristeza y una impotencia injusta. Y una vergüenza ajena, que ni yo, ni la inmensa mayoría de hombres de bien, nos merecemos. Estoy seguro, y me atrevo a afirmar, que la práctica totalidad de los hombres, condenaría cualquier agresión del tipo que fuera a una mujer. Siento (sentimos) enormemente que no dispongas de esos datos, para que por ti misma salieses de dudas. Por este motivo, me sorprende que las Administraciones, no hagan encuestas, que midan el concepto y la estima de un sexo, con respecto al otro.

Soy hombre, y de la misma forma me siento (nos sentimos) indignados por la escasa (más bien nula) repercusión mediática, que tienen los casos de maltrato físico y psicológico, que sufren los hombres por parte de sus parejas. Porque la violencia de género, como su nombre indica es cosa de todos los sexos. Los resultados de estas políticas progresexistas, causan como resultado una falsa imagen en la ciudadanía. El silencio cómplice y clamoroso de los medios, dan a entender que el único que maltrata en la sociedad, es el hombre. Muchos hombres nos preguntamos por qué no salen estos casos en los medios.

Me alivia (nos alivia), que mujeres con mayúscula, como la escritora Rosa Montero, o la presentadora Paz Padilla, hayan reconocido en un gesto público de objetividad que las honra, bien por medio de sus obras o de sus programas, la interposición de denuncias falsas, por parte de algunas mujeres a sus parejas, en materia de violencia de género.
Me siento (nos sentimos) tristes, porque da la impresión que el teléfono 016, está destinado (al menos esa es la impresión que da), solo para recibir denuncias por parte de mujeres maltratadas, y no de hombres, homosexuales, o transexuales. Que en sus spots aparezcan imágenes de mujeres, y no de hombres, ni de parejas. Y que los hombres no estemos incluidos de forma textual y equitativa, en los folletos de maltrato sexista, que las Administraciones distribuyen.
Echo (echamos) en falta en ese caso un teléfono y un servicio más plural, igualitario, o un servicio 017, para casos de maltrato físico y psicológico, para los demás colectivos. Me duele (nos duele), que cuando se detecta un caso de violencia de género por parte de un hombre, no se informe de las causas que lo han originado.

Soy hombre y siento como persona, por eso condeno (condenamos), cualquier clase de agresión a cualquier mujer, hombre o ser vivo. Porque también se sufre cuando no se trata en profundidad, un tema que requiere la implicación de todos. Me preocupa (nos preocupa), que estas políticas creen un efecto pernicioso para el mismo sistema, como es la criminalización de un sexo, con respecto a otro. Que no se sepa trasladar el mensaje a los ciudadanos de que la violencia de género no es un tema de unos contra otros, sino de todos (unidos), contra esta lacra. Que estas políticas creen desconfianza entre los dos sexos. Que estas medidas, sigan alterando los estereotipos sexuales de la sociedad.

Echo(echamos) en falta además de spots, y folletos más plurales, programas de televisión que fomenten e incentiven las relaciones emocionales entre los distintos sexos. Es necesario escuchar a las parejas de antes, y redescubrirnos de nuevo. Abordar este tema como un asunto de Estado, que pueda incentivar la baja natalidad de la población española, y que mejore la calidad de las relaciones de la pareja, contribuyendo de esta forma a que sean más longevas y enriquecedoras. Reforzar los casos en los cuales ha habido denuncias previas al maltrato, y establecer protocolos más seguros. Establecer políticas de reinserción urgentes en fase inicial, con profesionales sanitarios, en los casos en los que la justicia determine, antes de que la agresión física se materialice.

Soy hombre, y soy persona, y echo en falta la implicación de ambos sexos, en los casos de maltrato relativos al sexo contrario, de la misma forma que cuando se denuncia un caso de maltrato animal, se realiza, independientemente del sexo que es agredido. Considero injusto y progresexista a un Estado que penaliza de manera exclusiva, el maltrato psicológico de un sexo con respecto a otro, porque cuando “Una mujer insulta a un hombre es falta, y cuando un hombre insulta a una mujer, es un delito” (Antonio Escohotado), El Cultural (El Mundo, 25/11/16 a 01/12/16). Es necesario establecer un nuevo modelo menos discriminatorio, en el cual se informe por igual a los dos sexos de los mismos derechos, y de las mismas obligaciones. Solo de esta forma se podrán interponer denuncias ante el maltrato físico y psicólogico, por parte de los dos sexos, antes de lamentar más pérdidas de vidas humanas.

En vista de lo que antecede, conviene establecer las diferencias necesarias y oportunas, entre los conceptos de progresismo, y progresexismo. El progresismo siempre se ha caracterizado por establecer leyes igualitarias para ambos sexos, y el progresexismo por el contrario, excluye y criminaliza de una forma anticonstitucional, a una de las partes. El progresismo es multidireccional, y trata todos los sexos, y el progresexismo es unidireccional, al considerar solo los casos de un sexo con respecto a otro.

Para corregir la desigualdad existente, no se puede utilizar la indiferencia con el otro sexo. Eso es discriminación. Y esos son dos conceptos incompatibles. Así es imposible tratar a los dos sexos y hacer progresismo. Nos quedamos en el progresexismo. Un animalista es hoy en día más progresista que un progresexista, que solo denuncia maltratos de un solo sexo. No se puede, por lo tanto seguir confundiendo la violencia de género (en general), con el maltrato sexista (en particular), porque eso supondría seguir engañándonos a nosotros mismos.

José Luis Meléndez. Madrid, 28 de diciembre del 2016
Fuente de la imagenen: Flickr.com

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