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24 de agosto de 2015

El amor y el verano

Las víctimas del amor en verano, superan a los accidentes de tráfico

Ni la semana santa, ni las navidades. La época del año más sagrada y venerada por los occidentales, son y seguirán siendo las vacaciones. Raro es aquel que no sueña, planifica y recurre de forma imaginaria a estas fechas, para escapar por unos instantes de los momentos de hastío, cansancio o monotonía que nos proporciona el día a día. El moreno de la piel, y los selfies o momentos más significativos capturados por nuestro móvil, nos ayudarán en nuestro retorno a dilatar las sensaciones más placenteras, durante el estrés postvacacional, mientras compartimos nuestras fotos con la familia, los amigos y compañeros de trabajo, e intentamos hacernos a la vida de antes.

Atrás irán quedando los colores, el olor de la crema bronceadora, la toalla de colores, el gorro de playa, la excitación sexual de las siluetas de los cuerpos esbeltos y semidesnudos, y las miradas lascivas ocultas bajo las gafas de sol. Pero, ¿es esta para muchas parejas la imagen real, o más bien idílica de las vacaciones y de los días de verano? Lo cierto es que no solo para las parejas, sino que ningún estado civil se escapa a la peligrosa aventura del deporte emocional de riesgo que nos proporcionan los meses de julio, agosto y septiembre. Los solteros, y los nuevos solteros como separados y divorciados, tampoco están exentos de la posibilidad de caer malheridos por las flechas de Cupido.

Las estadísticas así lo confirman. Las desavenencias, durante el periodo estival, como consecuencia de una mayor interacción social en estas fechas, recobran su protagonismo. El final del verano, se transforma así en una etapa, en donde muchas crisis de relación, pasan a tomar un dramático final, como es la separación de las parejas. Pero este no es el único factor que influye a la hora de tomar una decisión de semejante relevancia. El verano es una etapa de mayor actividad sexual, en la cual tienden a establecerse nuevas metas personales y profesionales. Los padres se ven abocados a una mayor presión psicológica por parte de sus hijos. La excesiva idealización y expectativa de estas fechas, puede suponer desembocar en una previsible decepción. Todos estos factores, la falta de la importante ayuda de los abuelos, unidos a otros factores, forman un cóctel explosivo, al cual las parejas les resulta difícil escapar.

Algunas parejas abiertas, parecen hace tiempo haber encontrado la solución, no exenta de otro tipo de riesgos como la infidelidad. Para ello, bien por decisión unilateral o previamente acordada, deciden diversificar sus días de descanso y pasar alguna semana con los amigos. En lugar de apuntar a los hijos a algunas actividades como campamentos, granjas escuela, cursos de inglés, o planificarse con otros padres en el cuidado de los hijos, optan por desentenderse unos días de los hijos y de la pareja, evitando de esta forma roces excesivos. Desconocen quizás que de esta forma la pareja tendría opción de un mayor tiempo de descanso y disfrute.

Mientras la sociedad (El Estado), mira hacia otro lado, como no queriendo reconocer este grave problema, y se limita a recordarnos con las campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT), el número de accidentes producidos en nuestras carreteras. Más separaciones, más hipotecas. No han caído en la cuenta que hay otro tipo víctimas más numeroso que también causantes de la ruptura de familias. Y por consiguiente, tampoco de sus causas. Las víctimas del amor en verano, superan con creces a los accidentes de tráfico.

¿Hasta qué punto es legal, y moralmente aceptable, que muchas empresas "recomienden" a sus empleados tomar sus vacaciones en el mismo mes, sin otorgar la posibilidad a las familias de conciliar durante el año su tiempo libre? ¿No se merece esta hecatombe un anuncio, un tríptico, y una mayor implicación de todas las asociaciones e instituciones que dicen trabajar en pro de la familia, y que solo salen a manifestarse cuando se toca el tema del aborto? El debate es lo suficientemente importante. Está en juego el futuro emocional de nuestros hijos, y la supervivencia de muchas familias.

José Luis Meléndez. Madrid, 22 de Agosto del 2015
Fuente de las imagenes: Flickr.com

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