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16 de junio de 2015

Bolivarianos y colonialistas

¿Qué ocurriría hoy, si un país del mundo, decidiera invadir Europa...?

El Descubrimiento

¿Se imaginan por un momento, que un país del mundo decidiera invadir Europa? ¿Qué haría el viejo continente? ¿Se defendería, o se plagaría de rodillas a sus intereses, a sus ritos, y a su cultura? Pues bien, esto es lo que ocurrió, hace apenas quinientos años, una vez que Cristóbal Colón, en el año 1.492, descubriera, bajo bandera española el Nuevo Mundo. Entonces, lo que hoy conocemos como Latinoamérica, era una vasta extensión de tierra virgen, en la cual habitaban una serie de culturas, y de pueblos anteriores a la llegada de los españoles, llamadas culturas precolombinas.

La Conquista

Pero los españoles, a las órdenes de los Reyes Católicos, no se conformaron solo con el descubrimiento del nuevo continente. Una vez que descubrían a los indígenas, “conquistaban” sus tierras, sus mujeres y su cultura, es decir, su lengua, sus creencias, y sus costumbres. Así, los conquistadores españoles, fueron “culturizando” el nuevo continente, con la espada en una mano, y con la cruz en la otra. Desembarcaron como auténticos bárbaros, y arrasaron con las libertades de las que gozaban aquellos pueblos, vulnerando lo que hoy curiosamente reconocen los derechos humanos, las Naciones Unidas, y todos los estados democráticos, es decir, el derecho a la libertad de los pueblos. Con este afán desmedido y conquistador (recordemos que hablamos de un continente), no es difícil que surgiera un frente que plantase cara al invasor.

La figura de Simón Bolívar

Hablar hoy solo de Bolivar, y hacerlo en términos despectivos, sin mencionar el colonialismo español, es tergiversar, y sesgar la historia. Simón Bolívar, es junto con San Martín, el caudillo más notable de la Independencia americana, y uno de los tácticos más grandes del mundo, a la vez que un político de amplias miras, y un notable escritor, como así lo demuestran sus proclamas y cartas. El general y Presidente de varios Estados, causó verdaderos estragos entre sus homónimos españoles, como fueron los generales Boves, Murillo, Barreiro y Monteverde, con los cuales mantuvo duras contiendas, y a los cuales consiguió abatir. Su ideólogo, maestro y filósofo fue Simón Rodríquez, quien le inculcó las ideas de libertad. En el año 1.801, se casó con su esposa Teresa del Toro en Madrid. En Roma, y, en presencia de Rodríguez, juró en el monte Aventino, romper los lazos que unían América, al poder español.

Tras reunirse con el general Páez, liberó occidente del país, y convocó un congreso que creó la República de Colombia (hoy ciudad Bolívar). El 30 de Agosto de 1821, el Congreso de Cucutá eligió a Bolívar Presidente Constitucional de Colombia. Tras incorporar Guayaquil a Colombia, logró entrar en Lima, y fue nombrado Presidente. El 9 de diciembre de 1824, Sucre (destacado político, diplomático, estadista y militar venezolano), venció a los realistas (opositores a la independencia), en la Batalla de Ayacucho, y creó la República Independiente de Bolivia, así llamada, en homenaje a Bolívar.

Este en un principio, desaprobó su creación, y poco más tarde le otorgó una Constitución. En ella se declaraba que el Presidente era vitalicio, irresponsable ante las Cámaras, y con facultad para designar sucesor, un cargo similar en su perpetuidad a las monarquías reinantes en Europa. El general Páez, hizo que el congreso le expulsara del país, con una pensión de 3.000 pesos anuales. Solo y engañado, Bolívar, se acogió a la amistad y protección de un español, Joaquín de Mier, y murió contando poco más de 47 años.

La visita de González

En fechas recientes, y para disgusto de la izquierda, el expresidente español, Felipe González, ha sobrevolado los Andes, con la majestuosidad de un cóndor, y ha regresado a su país, desde los arrecifes venezolanos, con la escurridiza y asustadiza velocidad de un pez en peligro. A diferencia de otros líderes veteranos de la izquierda, como consecuencia de sus cortas y escasas apariciones en las ágoras, ateneos y otros medios no afines a micrófono abierto, el señor González, ha ido perdiendo la oratoria de otros tiempos. Tras su corta estancia, en el país andino, a su llegada a Madrid, el defensor de las SICAVS, ha calificado de “monaguillos”, a algunos compañeros de la izquierda.

¿Ha sido su visita a Venezuela, una visita personal (como la de Zapatero a Cuba), o ha acudido como ayudante espiritual de algún looby? ¿Quién ha pagado el dispositivo de seguridad, si ha sido una visita efectuada con la anuencia del gobierno de Rajoy? La causa, como es la de defender a los presos de conciencia, encarcelados en Venezuela, por falta de libertad, sería más que loable, y no una injerencia, sino existiesen en los 194 países que componen el mundo, problemas mucho más acuciantes como las guerras, el hambre, y la pena de muerte.

El señor González, como español, también ha hecho caso omiso a las carencias de libertad existentes en su país, España. Ninguna intermediación ante la señora Merkel ante los recortes, ante el Comisario de derechos humanos del Consejo de Europa, Nils Mviznieks, ante las reiteradas advertencias con respecto a las devoluciones en caliente, o ante el nuevo Código penal, aprobado por el Congreso, el 26 de marzo, el cual establece la cadena perpetua, bajo el eufemismo de “prisión permanente revisable”. Por no mencionar el silencio ante la reforma del artículo 135 de la Constitución española efectuada por la puerta de atrás, o la posible y deseada mediación en la negociación del gobierno con los sindicatos.

Ninguna intercesión ante el español Joaquín Martínez, 12 años preso en el corredor de la muerte, y ningún esfuerzo encaminado a regenerar las deficiencias democráticas aún pendientes en España, gracias a las políticas “absolutistas” y "bolivarianas" del Pepé, en materia de recortes de derechos y libertades. De la unidad de la izquierda, o de la refundación del socialismo post monárquico, en contradicción con los principios republicanos de su fundador, Pablo Iglesias.

El gobierno de Maduro

Nadie duda, hoy en día, que el gobierno de Maduro, posee importantes deficiencias democráticas. Pero la inteligencia, la templanza, y en su defecto, el instinto natural, aconsejan, antes de salvar la casa del vecino lejano, hacer lo propio con la nuestra. ¿Comprenderá ahora la derecha española, y el señor González, la diferencia que existe entre los “errores” del Bolivarianismo, y las atrocidades cometidas antes de su origen, por el colonialismo? ¿Es tan difícil entender que sin el colonialismo español, hoy no estaríamos hablando de Bolivarianismo? Ardua tarea es presentarlo en formato más escueto y claro. Ya saben: de aquellos polvos, hoy nos llegan estos lodos…

José Luis Meléndez. Madrid, 15 de Junio del 2015
Fuente de la imagen: Flickriver.com

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