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26 de diciembre de 2014

Y nos dieron las diez

¡Aleluya! Ha nacido el Salvador, y se ha suicidado el cristiano que algunos llevan dentro

La respuesta depende de a quién se dirija la pregunta: ¿en que momento ha sido usted poseído por el espíritu navideño? Para algunas personas dicho acontecimiento tiene lugar al ver el primer anuncio. Para otras al recibir el primer regalo, felicitación o participación. Pero el momento al que nadie puede escapar, es ese en el cual observas y sincronizas el parpadeo de tu mirada, con las luces intermitentes del arbolito de Navidad. Entonces intentas pensar, pero tu mente abducida por las bombillas de colores, regresa sin querer al pasado, presa de la nostalgia. En ese momento de hipnosis regresiva, es cuando podemos asegurar que hemos tocado fondo.

Aún así, este año, lo he intentado de nuevo, pero ha sido imposible pasar desapercibido, en medio de esta tormenta perfecta que es la navidad. El calor de la familia, y de los amigos penetra por los poros, intentando llegar hasta la fibra. Mientras algunos vecinos, unidos a la campaña mediatica, te tocan la moral. Si el año pasado acudí como oyente paciente y pasivo, al concierto acústico del nuevo vecindario, en versión cowoy de media noche, con el mismo ímpetu con el que Pablo Iglesias arenga a sus acólitos contra la casta, este año, lo ha sido en versión polifónica, hasta altas horas de la madrugada.

Después de la cena navideña, y, en pleno éxtasis social, la coral mixta de gritos y voces desafinadas, ha hecho su tradicional acto de presencia. Y para ello, han traído y elegido, a las mejores voces del elenco nacional. Así hemos podido escuchar sopranos que entonaban letras del tipo Belén Esteban: “Andreíta, ¡cómete el pollo!, pero el pollo pollo, nos lo hemos comido un año ,más los mismos de siempre, es decir, nosotros. También ha participado algún barítono, tenor, contralto, y alguna versión infantil, como no, de los niños de San Ildefonso. Veintiséis vecinos, reunidos en la casa anexa a la mía. Entre los instrumentos que hemos podido escuchar de fondo, se encuentran los tradicionales de un grupo coral, de tan alta categoría: pisadas de tacones, subida y bajada de escaleras, ruidos de vajilla, cadenas del váter, y desplazamientos de enseres, entre otros. Un ambiente selecto y recogido, pero al que más de uno le hace sentirse un tanto desplazado.

¡Aleluya! Ha nacido el Salvador, y se ha suicidado el cristiano que algunos llevan dentro. Pero no iba a ser yo menos que los demás, así que como sabio remedio para calmar mis nervios, en un gesto de control emocional, he decidido celebrar mi propia Navidad, poner en práctica mi terapia de choque, y buscar a la sazón mi maestro espiritual. ¿Qué sabe Sabina de esto, valga la redundancia? “Nada de nada” responden los hermanos de Café Quijano. Y de esta forma, he ido desgranando y tarareando con tono irónico ibérico sarcástico, muy poco dado en mí, la canción de Joaquín Sabina “Y nos dieron las diez”.Comienzo y parafraseo el comienzo de esta preciosa joya musical: “ Fue en la casa de al lado, una noche, después de un concierto. Tu reinabas detrás, de la barra del último bar que vimos abierto…”.

Pienso en la “Noche buena”, y en su significado, mientras intento relativizar y reconfortar mi espíritu: ¡ánimo, José Luis! El que hoy sea Nochebuena, no implica que mañana vaya a ser también malo. Primeros síntomas de “Alivio de luto”. Además, José, piensa: el que esta noche, sea una noche de paz, tampoco quiere decir que mañana no pueda ser un día de amor. Entonces he cantado, y he repetido el romántico estribillo de “Noches de boda”:“Que el corazón no se pase de moda, que los otoños te doren la piel, que cada noche sea noche de bodas, que no se ponga la luna de miel”.

Pero la noche es mágica, y el ritual colectivo estipula estos momentos de sobredosis emocional. Hay que sentir la familia más que nunca, y sacar el 3 en 1 de la emoción, la alegría y la interpretación, ya saben “And the oscar is to…”. “Todos para uno, y uno para todos”. Ya, es el momento del aquí y el ahora, no durante el transcurso del año. Todo está sucediendo en estos momentos…¿se imaginan? Um, esto promete. Los ex comensales absortos, ignoran el mundo ajeno, y tampoco dan muestras de “estar locos por conocer los secretos de mi dormitorio”. Prosiguen la función, y “cantan al piano del amanecer todo su repertorio”. Comienzo a sentir los primeros efectos secundarios de la cena, y el insomnio del SPA adyacente (mi dormitorio hace pared con el baño del “auditorio”).

Son las tres de la mañana, y en estas fechas como no se come, ni se bebe, el concierto va adquiriendo una tonalidad más acuática y acústica. Algo “parece” moverse dentro. Es momento, ante la falta de éxito, de encender el CD, ponerlo a todo volumen, para que el mismo Joaquín, les entone el estribillo de su canción: “Y nos dieron las diez y las once, las doce, la una las dos y las tres, y desnudos al amanecer nos encontró la luna”. Los ejercicios realizados, no mitigan los devastadores efectos colaterales de los excesos navideños. Demasiadas compras, visitas, comidas, bebidas, y felicitaciones.

La depresión post sorteo se intenta olvidar, pero aun quedan muchos días de “fiesta”. El respeto, la tolerancia, y el grado de adaptación del pueblo escéptico, ha sido de nuevo, el verdadero practicante. Mientras el pueblo elegido, se ha saltado las normas básicas de convivencia. Sus ejercicios espirituales, y su actitud beatífica, esta si, en sintonía con sus principios, ha vuelto a asaltar el cielo. Es navidad solo para algunos, y no para todos.

José Luis Meléndez. Madrid, 25 de diciembre del 2014
*Fuentes de las imagenes: Flickr.com

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